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lunes, 1 de junio de 2020

Cambios en las personas y sus hábitos familiares por el coronavirus

En la época moderna en la que vivimos, gran cantidad de la población mundial se  ha acostumbrado al estrés, angustia, ansiedad, falta de tiempo y muchas ocupaciones, que debido a la presión y a la rutina, se realizaban con la utilización al máximo del tiempo durante el día e inclusive durante horas nocturnas, fines de semana y hasta días feriados. Esto  generó una separación entre los miembros de la familia. Cada uno ocupado en resolver sus tareas (laborales o académicas) descuidando no solo a su propio grupo familiar, sino también, su propia persona, en relación a la sana alimentación o  ratos para cultivar la salud física y mental.


La rutina diaria, impedía que dentro del hogar, las personas dispusieran de escasos minutos para dialogar y manifestar las situaciones que le producían malestar o por el contrario, un estado placentero consigo mismo y el entorno familiar. Aspectos importantes como conversar, el compartir una comida, una taza de café o té; practicar algún juego o rato de esparcimiento como ir al cine, a una iglesia, paseos; el simplemente mirarse a los ojos o  darse un abrazo “sin apuros”, quedo en un segundo y casi inexistente plano. Esto puede interpretarse fácilmente como un divorcio entre los miembros del grupo familiar. Podemos decir entonces que se sustituyó a la familia por el trabajo, estudio, tecnología  u otros aspectos que les interesaran más a las personas, que su propio bienestar interno. En muchísimas ocasiones esto se realizó de manera inconsciente y los miembros del hogar, se convirtieron en casi desconocidos.


Con la llegada de la pandemia por el coronavirus, repentina y forzadamente se decretó en muchos países el aislamiento obligatorio para poder disminuir el número de contagios y preservar la salud de todos, considerando el hecho de la velocidad en la que surgió y propagó la enfermedad;  además de la inexistencia de tratamientos o equipos necesarios para combatirla. Es así como la familia, que nunca o pocas veces tenía tiempo suficiente para hablar o compartir, se vio encerrada dentro del hogar, con limitaciones para salir pero con oportunidades para “recuperar” los momentos y espacios que  había perdido o tal vez para comenzar a compartir por primera vez lo que realmente nuca habían compartido. Sin embargo  en algunos casos, las cosas no se han dado de la manera adecuada. El confinamiento trajo algunos efectos negativos para la familia:

v  Estados de depresión: la ruptura repentina  en la relación con personas y ambiente exterior, generó en muchas personas estados de desánimo y sensación del final de sus vidas.

v  Angustia por el futuro incierto. La creciente preocupación o sensación de que “ya nada será igual”.

v  Fatalismo por pensar que no existirá superación a la pandemia

v  Estados de negación: el no aceptar la realidad y preferir viviendo y pensando que nada sucede, a pesar de la sobrecarga de información en la que se manifiesta la crítica situación y número de infectados y fallecidos. Sentir que la pandemia solo le afecta a otros y a muchos kilómetros de distancia.

v  Violencia intrafamiliar: (como por ejemplo: feminicidio, maltrato a niños y a ancianos)sentir que no soportamos a la persona con la que compartimos espacios o vivienda. Reaccionar agresivamente en señal de defensa ante la realidad mundial, sin recordar que las personas con las que estamos, no tienen la culpa de lo sucedido.

v  Sentir que no conocemos a los miembros del hogar. Al compartir mucho tiempo con alguien, observamos características que nos desagradan y que antes del confinamiento, no habíamos notado. Se produce una sensación de que “vivimos con desconocidos”

v  Temor a salir de casa y perder la protección y calor del hogar. Después de mucho tiempo de encierro, algunas personas, tienen sensación de protección y seguridad dentro  de las cuatro paredes donde han vivido y sienten temor a enfrentar el mundo exterior, considerando que al salir a la calle, serán contagiados y por lo tanto, es mejor permanecer “siempre” en la casa.

 

Ante el cambio repentino de la rutina en las personas y por ende, en las familias, se pueden dar las siguientes sugerencias:

 

ü  Hacer un esfuerzo por reconocer  a los miembros de la familia como seres únicos y regalos de la vida, que nos hacen falta porque “solos”, seriamos presa fácil de la depresión y desolación.

ü  Conversar sobre temas agradables que se han mencionado poco: cumpleaños, navidad, anécdotas.

ü  Mencionar a miembros de la familia como abuelos, tíos y cualquier otro familiar antepasado, para conocer las “raíces” de la familia. A que se dedicaban, quienes más integran la familia, a pesar de vivir en otros lugares, que recordamos de ellos, etc.

ü  Jugar, haciendo uso de la imaginación. Existen infinidad de juegos que se pueden realizar dentro de la casa, y así involucrar al resto de la familia, disfrutando de ratos amenos.

ü  Escuchar las anécdotas que nunca habíamos escuchado, las situaciones tristes, alegres, dudas, problemas que han vivido las personas con las que convivimos.

ü  Pronuncias palabras optimistas, de esperanza, motivadoras. Esto puede mejorar nuestro ánimo y por consiguiente, nuestro sistema inmunológico.

ü  Cuando el compartir tanto tiempo con las mismas personas, cambien nuestro ánimo y no tengamos deseo de hablar, entonces es propicio leer un libro que tengamos a nuestro alcance

ü  Realizar actividades como limpieza, organizar la casa o habitación. Desechar lo que no sirve. Tratar de embellecer al máximo el hogar, lo  poco o mucho que tengamos a nuestro alcance.

ü  Hacer hincapié en que  esta oportunidad del confinamiento(a pesar de las razones que la obligaron), es temporal, casi mundial y prácticamente un regalo para estar juntos (cuidamos nuestras vidas y conocemos más a la familia).

ü  Aceptar que pesar de las limitaciones  (económicas en muchísimos casos), el hecho de tener a los miembros  la familia a nuestro lado, otorga fuerzas para continuar en la vida.

ü  Cocinar  o cualquier otra actividad donde se involucre a todos en la casa. Recordemos que cada tarea asignada es importante para que todos se sientan útiles.



 

En resumen, es tiempo para vivir, reír, hablar, conocer a la familia, Tiempo de abandonar viejos hábitos o costumbres. Es tiempo de planificar, proyectar en positivo. Es tiempo de comenzar un nuevo estilo de vida.